La bebida es elaborada por habitantes del municipio de Santa Ana Zegache desde 2015


Para impulsar el proyecto, restaurante de alta cocina de la capital dejó de ofrecer la marca mundial

Zegacola es un refresco artesanal elaborado por indígenas zapotecos del municipio de Santa Ana Zegache, ubicado a 34 kilómetros de la capital del estado; sin proponérselo, el proyecto ha logrado que Los Danzantes, el restaurante de alta cocina de la ciudad de Oaxaca, haya decidido dejar de vender productos de la empresa mundial Coca Cola y desde el primero de marzo ofrece a sus comensales la nueva bebida.
Artesanas elaboran la bebida Zegacola, la cual desplazó a la mundialmente Coca Cola, en el restaurante Los Danzantes de la capital de Oaxaca

Antonio Ambrosio Salvador, quien encabeza este proyecto, recuerda que la idea surgió en 2015 cuando un grupo de ingleses ofreció a integrantes de la cooperativa del Proyecto Zegache, integrada por 16 personas, un taller para enseñar a preparar la Cubecola, aunque los locales decidieron nombrar Zegacola al suyo.

Eufemia Cruz, esposa de Antonio y encargada principal de la producción, explicó que Zegacola es una mezcla de aceites: de naranja, lima, limón, nuez moscada, lavanda y canela; luego se hace otra combinación de ácido cítrico y cafeína. Para ligar los ingredientes, dijo, se utiliza un taladro, la única herramienta que tiene las revoluciones necesarias para hacer ese paso y obtener el concentrado.

Posteriormente se hierve en agua un kilo y medio de azúcar; el jarabe así obtenido se deja enfriar y se mezcla con el concentrado para dar paso al refresco.

Sin embargo, explicó, lo que se vende no es el refresco, sino el concentrado; a la hora de su venta éste será mezclado con agua mineral.

Por cada botella de 250 mililitros, la ganancia es de aproximadamente 5 pesos, debido a que los insumos, principalmente los aceites, son traídos de Europa y son muy caros, pues los que hay en México no tienen la calidad necesaria.

Una botella de 250 mililitros de jarabe es suficiente para dos litros de agua mineral, aunque eso depende del gusto de quien lo bebe.

Las escasas ventas orillaron a la mayoría de pobladores a abandonar su elaboración; sólo la familia Ambrosio Cruz continuó sin embargo, no les da para vivir porque los pedidos son mínimos, alrededor de 12 litros cada dos meses, que se dividen en 48 botellas de 250 mililitros.

Nueva oportunidad de crecer

La decisión de Los Danzantes abre una nueva oportunidad para que la Zegacola crezca. El encargado de relaciones públicas del restaurante indicó que al enterarse de la Zegacola decidió dejar de vender los productos de Coca Cola y apoyar a los indígenas zapotecos. Esta empresa, justificó, siempre se ha manejado con el compromiso de apoyar a productores locales.

Casi al final, revela que se trabaja en un proyecto que ayude a que esta empresa crezca. Has- ta ahora ha sido muy buena la aceptación de la bebida por parte de los comensales.

Un restaurante de Chiapas ya les ha solicitado información pues la idea de vender el nuevo producto les ha atraído; no obstante, espera que sean más los empresarios que adopten esta iniciativa basada en su elaboración artesanal, no industrial, como la Coca Cola.

La Jornada

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