Viacrucis de niños migrantes en Ixtepec


por Martín Vargas

Ciudad Ixtepec.-

Lo subieron al tren amarrado con un lazo porque el vagón no tenía escaleras, cuenta Wilbert, niño inmigrante de trece años, que salió el pasado 01 de abril de El Salvador hacia EE.UU., con la esperanza de reunirse con su padre en Carolina del Norte.

Wilbert y su madre subieron hace dos días al tren en Arriaga, Chiapas, porque el “coyote” les dijo que de esta forma sería más seguro llegar a Ciudad Ixtepec y de ahí continuar su viaje al norte de México en combis y camionetas.



La madre del niño, Daniela Menéndez de 32 años, afirma que lo peor hasta el momento fue trepar al tren en movimiento, donde se golpeó las piernas cuando escalaba el vagón por medio de lazos, además de los insultos que recibieron ella y su hijo por parte del “coyote” por las dificultades que tuvieron al subir.

La violencia aparece con distintos rostros ante cientos de niñas y niños, que como Wilbert, suben al tren en Arriaga, Chiapas, rumbo a Ciudad Ixtepec en Oaxaca, como la "mejor salida" para escapar de la zona con mayor índice de detenciones por parte del Instituto Nacional de Migración (INM). Las condiciones climáticas adversas, insultos, abusos verbales y físicos, incluso comer e ir al baño son un problema para los menores de edad que arriesgan la vida con la ilusión de llegar a la Unión Americana.

Otro inmigrante salvadoreño, Leobardo Sánchez de 39 años, declaró que en su experiencia de cuatro intentos por cruzar “al otro lado” ha visto muchos niños puestos “pecho tierra” como el resto de los adultos, cuando el grupo en el que viajan es detenido por las autoridades migratorias.

Los últimos informes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), respecto al fenómeno de Migración Infantil exponen que en México no hay suficientes garantías para niños y niñas inmigrantes incluso si son repatriados, ya que las bandas delictivas se encuentran al asecho para reclutarlos en trabajos de tráfico de drogas.

El peligro es grande, por una parte el miedo a la detención y deportación a cargo del INM y de la policía, por otra el crimen organizado, los asaltos, secuestros y la explotación de menores.

Pero eso no es todo, denunció la madre de Wilbert, “tengo miedo que uno de los coyotes me quiera violar, ya que no deja de decirme cosas y trata de tocarme", lo que más le atemoriza es que su hijo sea testigo de tan horrible suceso.

Aunque el pequeño afirma saber el peligro al que se enfrenta y asegura llegar pronto con su padre, la realidad en estadísticas muestra un cruel panorama que difícilmente podría entender un niño de trece años.

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