“Dejaremos las armas solo si se retiran los 'Templarios'”



POLICÍA • 14 MAYO 2013 - 5:13AM — JUAN PABLO BECERRA-ACOSTA
Hipólito Mora, quien porta una 9 mm al cinto, dice a MILENIO que su pueblo no está en guerra, solo se defiende de ese cártel del "narco" michoacano; “hagan su trabajo y nos vamos”, advierte a los gobiernos federal y estatal.
Michoacán • Una semana antes del Día de la Madre, MILENIO fue a La Ruana, población de 10 mil habitantes en Buenavista Tomatlán, en la Tierra Caliente de Michoacán. Es la localidad cercada por Los caballeros templarios, sitiada desde hace semanas, sin gasolina, con pocos alimentos y medicinas, y con la producción de limón echada a perder.

Es el lugar donde los pobladores crearon un grupo de autodefensa junto con sus vecinos de Tepalcatepec para defenderse de los narcos, aunque éstos los acusan de recibir apoyo del cártel de Jalisco Nueva Generación. El saldo de esta guerra, hasta ahora, es de 20 muertos a causa de una matanza de limoneros y dos enfrentamientos. Y antes del Día de la Madre, en una protesta masiva, una manifestación de cientos de personas del pueblo frente a las cámaras de MILENIO, las atemorizadas amas de casa del lugar advertían:

“Estamos amenazadas para el 10 de mayo; dicen que nos tienen un regalo, que nos van a matar como perros a todas.”

Volvimos a La Ruana. No las mataron. No hubo enfrentamiento ni masacre. Lo que se acentuó fue el sitio. La desesperación y las carencias de las personas. Pasan los días, las semanas y las gasolineras siguen cerradas. Los pobladores se abalanzan sobre camionetitas de redilas para comprar en tambos y cubetas el combustible que les expenden coyotes que lo traen de Jalisco y Colima, colindantes ambos con La Ruana y Tepalcatepec.

Las tiendas siguen cerradas, ocho de cada 10. Han aumentado los letreros que ofertan los locales comerciales. Nadie los renta. Y los exhibidores, en las pocas tiendas abiertas, lucen completamente vacías, otras con productos… caducos.

“Todos siguen sin venir: Pepsi, Sabritas, Bimbo, todos. Casi no tenemos dinero ya, estamos gastando lo poco que teníamos de ahorros. ¿Alguien nos va a ayudar, señor?”, se lamenta la dueña de una abarrotería.

Pero no solo los productos chatarra escasean. También las tortillas, ya que los molinos que funcionaban con gas quedaron paralizados y la producción tuvo que hacerse con leña. Apenas este sábado una empresa gasera de Jalisco se atrevió a ignorar las amenazas del crimen organizado y surtió el combustible a los locales y viviendas que alcanzó. Las cocinas habían quedado inservibles, todo era cocinado en hornos de microondas o de plano con leña en los patios.

Con las frutas y verduras ocurre algo similar: una familia que tiene un expendio se atrevió a ir rumbo a Apatzingán, donde operan los Templarios, donde hay retenes y fueron levantados por un piquete de halcones.

La familia tuvo suerte. Solo los torturaron psicológicamente, algunos manotazos, la mercancía confiscada, pero salvaron la vida. No quieren hablar ante las cámaras. Vaya, ni siquiera su miedo les permite tolerar que el reportero anote en la libreta. Ojos de terror, miradas desvalidas.

En las farmacias la situación es similar: “Los proveedores de medicamentos ya ni siquiera llaman para tomar nuestros pedidos. Mire, los enfermos del día, la gente que se va enfermando puede irla pasando con remedios, pero la gente que requiere de medicamentos todos los días, los enfermos crónicos, ellos sí están en problemas. Algunos se han ido a otro lugar”, narra una viejita que atiende una de las boticas. Triste y enojada, exhibe un billete y unas monedas: “Esta es la venta del día, mire, 60 pesos”.

Algunos hombres pasan el rato, viven el sitio, jugando dominó al aire libre, bajo la sombra de árboles. Nadie sonríe.

Muchas calles y jardines, incluido el kiosco principal, están desiertos. De pronto sopla el viento y levanta polvo. Parecen caminos de pueblo fantasma. De pueblo del Viejo Oeste…

***

Hipólito Mora es quien encabeza el grupo de autodefensa de La Ruana. Acaba de ver un video de Los caballeros templarios. Lo invitan a dialogar para terminar con la violencia, pero de no llegar a un acuerdo, lo retan… a un duelo a muerte. Duelo a muerte. Mayo de 2013, el Viejo Oeste en Tierra Caliente de Michoacán.

En entrevista con MILENIO, rodeado de sus hombres (“mis muchachos”), algunos con armas largas, otros con escopetas campesinas (él porta su 9 mm), el hombre de 58 años, canoso, de sombrero y pantalón blanco, de reloj dorado reluciente, asegura que no es millonario, pero le va “bien” con sus limones y su ganado. El personaje acomoda su arma al cinto, chupa un raspado de cereza y se dispone a contestar.

—Dígame qué originó todo esto…

—El problema fue porque cuando llegó el primer cártel, La Familia michoacana, se cobraban cuotas a los que hacían drogas…

—A los que cocinaban metanfetaminas en laboratorios…

—A los que cocinaban, pero después no les fue suficiente ese dinero y empezaron a meterse con los negocios legales. El pueblo se hartó cuando tomaron control de las empacadoras de limón para ellos y sus amigos productores…

—¿Por qué no se quejaron antes de armarse?

—Nadie estaba conforme con ellos, pero nadie decía nada tampoco, porque les tenían miedo. Si alguien lo hacía, lo mataban. Aquí hubo personas que trataron y no supimos dónde quedaron...

El aspecto del hombre rozagante no es usual en los grupos de autodefensa. Parece capo de una película o un cura de la teología de la liberación de los 70. O acaso un empresario.

—¿Sabe usar armas?

—Yo sí. Y lo comprobé el día del enfrentamiento aquí (hace dos semanas, 14 muertos). Aquí me tocó…

—¿Con qué les disparó?…

—Con un AK 47 o cuerno de chivo…

Mira de frente. Ni se inmuta.

—Aquí viven como en el Viejo Oeste…

—Estamos obligados. No estamos por voluntad. Está como si yo te llego a tu casa a querer afectarte a ti y a tu familia. ¿Cuál reacción tendrías? Es igual. ¿Dejas que masacren a tu familia y que te quiten el salario?

—Acudo a la autoridad…

—¿Y si no te hacen caso?

—¿Tiene nexos con un cártel?

—Es falso y lo digo con toda firmeza y sin titubear. Sí ha habido personas del crimen organizado que quieren contactarme. Sí las hay. Ha habido ofertas. No las he aceptado ni las voy a aceptar…

—¿Qué tipo de ofertas?

—Dinero. Que los deje entrar y que se ponen a trabajar en el narco. Si yo acepto formo parte de los chiqueados de ellos o consentidos, pero no he aceptado ni voy a aceptar, pase lo que pase…

Jura que si los Templarios se van, él no va a encabezar un cártel local y que la gente no se va a poner a producir y transportar drogas. Eso dice…

—Y las armas, ¿no vienen de un cártel?

—Aquí tenemos unas armas que nos ha dado mucho trabajo comprarlas. Es más, nos faltan armas todavía…

—¿Cómo las adquieren?

—Comprándolas poco a poquito. Una hoy, otra en 15 días; ahí vamos, poco a poquito. Empezamos con una escopeta. Y ahorita ya nos sentimos chingones con las armas que traemos…

—Eso está prohibido por la ley…

—Sí…

—Está usted consciente…

—Sí, está uno fuera de la ley. Sí, estoy consciente. El arma que traigo está prohibida. Por esta me puedan dar cinco años o más, estoy consciente, pero no le doy mal uso. Es para defender a mi pueblo y lo voy a seguir haciendo…

—Está fuera de la ley…

—He tenido discusiones fuertes con militares que no están de acuerdo en que andemos armados, pero no nos dejaron otro camino. ¿Por qué no hicieron bien su trabajo? Nosotros no estamos aquí contentos con las armas. No dormimos casi. Nosotros estamos mejor en el campo. ¿Por qué no hicieron bien su trabajo? Todavía tienen tiempo. ¡Háganlo y nos retiramos! Dejaremos las armas cuando se vayan los Templarios.

—Están en guerra…

—No en guerra. Nos estamos defendiendo. Nada más. No atacamos a nadie. No salimos a buscarlos a ellos. Estamos nada más cuidando el pueblo para que no entren. No estamos en guerra, nada más defendiéndonos…

—¿Se van a morir a balazos?

—Si ellos quieren. Tenemos que defendernos. Si llega alguien no me voy a dejar o me voy a cruzar de brazos. Tengo que hacer mi deber que es defenderme…

—¿Este es el último pueblo del Oeste mexicano?...

Ríe. Se levanta y da por terminada la entrevista.

***

Descarta Bimbo arriesgar los empleados
-Javier González Franco, director general de Bimbo, admitió que hay desabasto de alimentos en algunos poblados de Michoacán, debido a las restricciones que ponen los grupos del crimen organizado.

En entrevista con MILENIO, el empresario dijo que no hay trabajadores amenazados, pues asegura que han respetado todas las restricciones para no poner en riesgo la vida de su personal.

“No nos gusta arriesgar a nuestra gente y ellos lo saben; ante cualquier tipo de riesgo tratamos de cubrir lo mejor posible esos territorios”, abundó.

Dijo que están en constante comunicación con el gobierno de Michoacán, incluso mediante las cámaras y asociaciones de las que forman parte.

“No somos los únicos que pasamos por estas situaciones, existen muchos proveedores que están en la misma circunstancia. Por el momento dejamos de vender, yo diría que son días que no podemos entrar y en otros días sí podemos entrar”, indicó.

“Hacemos el intento de llegar, pero a veces por alguna situación no podemos hacer nada contra el desabasto, en la medida de lo posible tratamos de subsanarlo; en algunas entidades tenemos el problema, no hay trabajadores amenazados, respetamos las restricciones de cualquier carácter”, dijo.
(Axel Rodríguez/México)

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