Cedía a ser "mara" o terminaba muerto .
https://noticias-ixtepec.blogspot.com/2014/08/cedia-ser-mara-o-terminaba-muerto.html
MILENIO /
JUAN PABLO BECERRA-ACOSTA
Seis de cada
diez menores de edad viajan hacia Estados Unidos por la violencia en ese país;
el miedo a las pandillas de criminales es la razón principal para huir y
emprender su periplo ...
Son más de
22 mil los niños y adolescentes salvadoreños que cruzaron solos la frontera
entre México y EU y fueron detenidos entre 2012 y el 30 de junio de este año,
según datos del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Homeland
Security) y su Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Solo este año
13 mil 301 recorrieron el mismo camino y tuvieron idéntica suerte.
El
crecimiento ha sido vertiginoso: en 2012 fueron 3 mil 314 menores los que
cruzaron la frontera sin compañía y fueron capturados; en 2013 hubo 5 mil 990
casos; y este año se han contabilizado 13 mil 301. Más de 300 por ciento de
aumento entre los años fiscales estadunidenses de 2012 y 2014.
Las cifras
de deportados proporcionadas a MILENIO por el gobierno de El Salvador van en el
mismo sentido: en 2012 fueron devueltos a su país, por autoridades migratorias
estadunidenses y mexicanas mil 237 niñas, niños y adolescentes; en 2013 hubo
mil 847 de esas deportaciones; y en 2014, al 21 de julio, se registraron 2 mil
468. En total fueron 5 mil 552 niños durante el periodo, con un crecimiento de
prácticamente 100 por ciento.
Pero, ¿qué
hay detrás de la diáspora infantil? Historias de terror. Historias de
violencia…
***
El Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), la agencia de
la ONU en la materia (desplazados y refugiados en el mundo), realizó un
profundo trabajo (Children on the run), “Niños en fuga”, que inició en 2011 y
concluyó el año pasado con entrevistas realizadas a 404 niños de El Salvador,
Honduras, Guatemala y México detenidos en instalaciones estadunidenses, los
cuales son representativos del universo de los 60 mil que hasta ahora se
encuentran en esa situación.
A todos los
niños se les aplicó un cuestionario de 73 preguntas cerradas y abiertas. En el
caso de El Salvador fueron entrevistados 104 menores, 69 hombres y 37 mujeres.
Solo 16 por ciento de los niños contaba con sus dos padres residiendo en
Estados Unidos, 33 por ciento con uno de sus padres y, la mayoría, 51 por
ciento no tenía a ninguno de sus padres en suelo estadunidense, lo que echa por
tierra la versión de funcionarios de EU (y de algunos servidores públicos
salvadoreños y del resto de los países centroamericanos) en el sentido de que
la mayoría de los menores viajó hacia ese país para reunificarse con su familia
a través de un estatus migratorio que les permita logra tal cometido.
Pero, ¿por
qué abandonan su país los niños y adolescentes salvadoreños? 72 por ciento de
los menores de este país es sujeto de potencial protección internacional debido
al entorno violento del que huyeron, se señala en el informe de Acnur. ¿Por
qué? Porque 66 por ciento citó la violencia del crimen organizado (las
pandillas de maras) como la principal razón para huir de su país y realizar su
periplo.
El gobierno
de El Salvador le entregó a este diario datos en los que afirma que 36 por
ciento de los menores deportados entre 2013 y 2014 se fueron a Estados Unidos
para buscar “reunificación familiar”. La gente que huyó de la violencia solo
representa 12 por ciento, pero hay un 26 por ciento que “no responde”.
Según
organizaciones de la sociedad civil locales, así como de la oposición, ese
sector también se fue por la inseguridad y en el rubro de la “reunificación” un
gran porcentaje lo hace por la misma razón.
Pero además
de las estadísticas, están las historias. Historias negras…
***
Los
testimonios ilustran el ambiente de zozobra que padecían estas niñas, niños y
adolescentes.
Como el caso
de Maritza, de 15 años, que estaba amenazada por una pandilla porque le gustaba
a uno de sus lidercillos: o cedía a sus deseos o sería violada y terminaría
muerta en una bolsa de plástico como otras chicas de su zona. Alguien le
advirtió a su familia lo que le ocurriría un 3 de abril y cuatro días después
huyó:
Ellos (los
maras) dijeron que si el 8 de abril todavía estaba aquí me apresarían y quién
sabe qué me pasaría…
O la
vivencia de Alfonso, de 17 años, que estudiaba en una escuela bajo control de
la M18 pero vivía en una zona ocupada por la MS-13. Los primeros le advirtieron
que si regresaba al colegio, lo matarían:
Los de la de
la M-18 pensaban que yo pertenecía a la MS-13. Ya habían matado a los dos
policías que nos protegían en la escuela. Un viernes, la semana antes de
Pascua, me esperaron afuera de la escuela. Me advirtieron que si regresaba a la
escuela no volvería vivo a mi casa. Ellos ya habían matado a otros dos niños
que iban conmigo en la escuela. Pensé que sería el siguiente. Después de eso no
podía ni salir de mi colonia. Me lo prohibieron. A otro chavo lo amenazaron
igual, no creyó que fuera cierta la amenaza y lo mataron en el parque. Llevaba
su uniforme de la escuela…
El caso de
Josefina, de 16, es duro. Vivía bajo el acoso del líder de la mara en su
barrio: la amenazó con matar a miembros de su familia o secuestrarla si no
cedía a sus avances, si no aceptaba ser su novia. Ella no quería que le pasara
lo que le ocurrió a una de sus amigas: se hizo novia de un mara y fue obligada
a tener sexo con todos los miembros de la pandilla. En cuanto la pandilla
empezó a acosarla dejó de ir a la escuela y permaneció en su hogar hasta que
juntó dinero para huir.
Mario, de 17
años, también la pasó mal. Querían obligarlo a iniciarse en la mara:
Yo tenía
problemas con los maras. Tenía que pasar siempre por un campo donde estaban
para ir a la escuela. Me dijeron que si no me unía me mataban. Y tengo varios
amigos que los mataron o desaparecieron por negarse. Yo le dije que no quería unirme.
Su vida nada más es de cárcel o de muerte. Yo solo quería estudiar y hacer una
carrera y eso es imposible si estás en la mara. Mientras más me negaba más me
amenazaban con matarme. Me golpearon cinco veces por no ayudarlos. El dolor por
las golpizas era tan fuerte que ni siquiera podía levantarme. En marzo mataron
a uno de mis amigos por lo mismo. Su cuerpo lo hallaron hasta mayo. Dos veces
fui a la policía para denunciar sus amenazas. Me dijeron que harían algo, pero
no hicieron nada. Ahí entendí que me tenía que ir. Incluso me traje una copia
de la denuncia, pero los de migración de aquí en Estados Unidos me la quitaron
y me dijeron que en este país nadie me ayudaría…
Otra menor
de 14 años, cuyo nombre se omitió en el documento, sintetiza lo que les pasa a
las niñas, forzadas o no, que tienen novios mareros:
Las niñas
que están saliendo con niños de las maras son asesinadas por otros maras.
Y quienes
son niñas bien, “niñas de familia”, tampoco se libran:
A veces los
pandilleros odian a esas niñas y las matan solo por eso. A cada rato salen los
reportes de que las encontraron enterradas con todo y uniforme y útiles
escolares.
Ese es el
entorno de violencia de seis o siete de cada diez niños y adolescentes
salvadoreños. El miedo que los impulsa a huir y emprender su periplo
migratorio.
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