El Tren Maya, la arriesgada apuesta de López Obrador para desarrollar el sureste mexicano .
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El megaproyecto ferroviario de
1.500 kilómetros en la península de Yucatán se construirá en un tiempo récord,
señalan expertos.
Mercancías, pasajeros y
turistas. Todo cabe en la ruta de 1.500 kilómetros del Tren Maya, la megaobra
ferroviaria con la que el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador
pretende detonar el desarrollo económico del sureste del país, una de las zonas
con mayor marginación en México. El proyecto de infraestructura que costará
entre 120.000 y 150.000 millones de pesos (de 6.200 a 7.800 millones de
dólares) dependerá en más de un 75% de los recursos privados. Su construcción
está prevista en los próximos cuatro años un tiempo inédito para una obra
ferroviaria que abarcará los principales destinos turísticos regionales como
Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichen Itzá.
El plan de llevar el progreso
a la península de Yucatán sobre rieles no es nuevo. En diciembre de 2012,
Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes de México
anunciaba la puesta en marcha del Tren Tanspeninsular, una obra de 278
kilómetros de longitud en los Estados de Quintana Roo y Yucatán. Sin embargo,
tres años más tarde la obra se canceló por una reducción presupuestal. Una obra
truncada a la que se sumó la suspensión indefinida del Tren de alta velocidad
México-Querétaro, por los mismos motivos.
Lejos de estas debacles de
proyectos ferroviarios, López Obrador ha defendido la viabilidad del Tren Maya.
“Para financiar este programa se van a utilizar los fondos que se recaudan del
impuesto al turismo, como no va a ser suficiente, se va a hacer una
convocatoria para buscar una sociedad con la iniciativa privada”, ha explicado.
Un esquema secundado por Rogelio Jiménez Pons, coordinador del proyecto del
Tren Maya y próximo director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur)
en el gobierno de López Obrador, quien asegura que existe un gran interés del
sector turístico de la región.
Para construirlo se utilizará
en algunos tramos la antigua vía del ferrocarril del sureste, línea inaugurado
en 1950 por el entonces presidente Miguel Alemán. Según Jiménez Pons se podrán
utilizar 600 kilómetros de esta antigua infraestructura, el resto será saneado
y modernizado para un tren que se abrirá paso entre la región selvática del
sureste mexicano, entre linces y ocelotes. De día, el Tren Maya conectará a los
habitantes del sureste y servirá de escaparate rodante para los turistas de las
bellezas arqueológicas y la biodiversidad. De noche transportará mercancías.
Ambas actividades amparadas bajo los derechos de vía de la antigua
infraestructura ferroviaria, de carreteras e incluso de las líneas eléctricas
de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Enrique Rico, director de
ferrocarriles de la empresa española IDOM explica que estas líneas de tráfico
mixto son habituales en Europa. Sin embargo, representa un reto compaginar las
velocidades y las pendientes del terreno porque en cada caso los requisitos son
distintos. Además, ha indicado que la construcción de un proyecto ferroviario
de unos 1.500 kilómetros de longitud toma, en el mejor de los casos, de cinco a
seis años. “El periodo de construcción es muy variable y depende mucho de la
complejidad orográfica de la zona, las integraciones urbanas, las estaciones,
todo ello contando con que se tiene la aprobación de los proyectos y los
terrenos para empezar a construir”, precisa.
A las dificultades técnicas
habrá que considerar las complejidades particulares en México, un país donde
abundan los ejemplos de proyectos de infraestructura detenidos por falta de
negociación con los ejidos y por controversias medioambientales. César del
Valle, director de IDOM en México reconoce que los conflictos de propiedad de
la tierra son factores que pueden afectar el desarrollo de infraestructura y
que han retrasado su ejecución en otros casos.
Eduardo De la Peña, socio de
infraestructura de Deloitte en México, añade que la sustentabilidad de Tren
Maya no podrá sostenerse exclusivamente en los pasajeros. “Históricamente los
trenes de pasajeros no son rentables financieramente hablando con complejidad
para los costos de operación, que no pagan los retornos de inversión”, refiere.
En el país, el tren turístico más relevante es el Ferrocarril Chihuahua
Pacífico, mejor conocido como Chepe, que recorre 673 kilómetros desde Chihuahua
hasta Los Mochis (Sinaloa). Además, en Jalisco, operan el tren de Tequila
Express y el tren Jóse Cuervo Express que recorren el paisaje agavero del
Estado.
En el tema de carga, De la
Peña advierte de que en este momento la península de Yucatán es un receptor
relevante de carga proveniente del centro del país, más no genera un flujo de
mercancías que equilibre la ruta comercial. “Estos proyectos de infraestructura
pueden ser un éxito rotundo o un fracaso absoluto y todo está en la forma en la
que se estructure el proyecto. Sí le puede cambiar la cara al sureste en los
próximos 10 o 15 años, pero tiene que tener (el gobierno) mucho cuidado en cómo
involucrar al sector privado”, zanja.
Una vez más, los planes
turísticos sobre la península de Yucatán relucen en el papel. Los
desarrolladores del Tren Maya calculan que la inversión pública, estimada en
unos 28.000 millones de pesos (1.468 millones de dólares) supondrá solo un 10%
de la derrama económica que generará el plan integral cuando este en su apogeo.
La moneda está en el aire.
*El Pais
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