Un grito sui generis

OAXACA, Oax., 19 de septiembre de 2017.- El alto respeto que todas nuestras generaciones (cada día menor número de individuos por grupo de edad) bien que mal se mantiene, al menos, en el espacio público; gubernamental y escolar. La Bandera, el Himno Nacional Más bello del mundo -después de la Marsellesa- en que Nunó y Bocanegra dejaron, para nosotros sonidos, silencios y figuras retóricas que no podían inspirar más que la libertad y su valor para un pueblo en guerra permanente; y el águila devorando a la serpiente sobre lo que es símil de nuestro territorio y soberanía, en la Teoría del Estado, a pesar de iniciar ¿cuándo fue? una aún inexplicable competencia con la Hoz y el Martillo, el sténcil del “Che” Guevara, la franciscana barba de Kissel Mordekay y ya más hacia acá, los éxitos de Justin Bieber o Selena Gómez, siguen siendo significado y significante de un pueblo que, como el mexicano, en los momentos en que miramos la verdad de frente. Sería un despropósito conceder que a la mitad de un interminable sismo de 8.4 grados en la escala de Richter, nos encomendamos a ellos. Su salto a la escena viene con la reconstrucción: material y moral. “Un hombre muere en mi…”. Nuestros Símbolos Patrios dotan de mística a las instituciones republicanas. ¡Unidad, unidad, unidad sin distingos! Hubo Grito de Independencia en un momento más que oportuno. El grito no es fiesta. Pa dijo en su obra Inadjetivable, sin tiempo y sin edad que gritamos un día para callar el resto del año. En este grito, en particular, el ¡Viva México! llevaba implícito el ¡Viva Oaxaca¡ Seguimos en la brega moral y republicana. El Presidente Peña Nieto es, por nuestro diseño republicano jefe de Estado y jefe de Gobierno. Si quiere usted quítele el nombre. Si su partido político es -para usted- la peor desgracia para este país, olvídese de él un tiempo. Vino, estuvo entre los nuestros. Un día antes le agredieron quienes aún no alcanzo a explicar la insensibilidad de su desfachatez. A Peña lo quieren muchos oaxaqueños y aquí estuvo cumpliendo su deber como mandatario y ayudando y caminando como ser humano. Dicen los que saben que el Gobernador Alejandro Murat fue determinante: el joven gobernante que -no está a discusión- para cada problema tiene dos soluciones. Pero no podíamos solos. 8.4, obligaba a los tres niveles de gobierno y a la sociedad civil a memorizar la cita de Ponciano Arriaga, que le obsequié en mi artículo anterior: “No … queremos olvidar el dulce título de mexicanos…”; un himno sin música que nos llama, ya no a la guerra, sino a la reconstrucción, todos como iguales, entregando lo que pudiera entregar. Ninguna ayuda sobra. Ninguna mano está por demás. Ningún esfuerzo es vano. No hay requisitos más que el amor a Oaxaca. Aún a pesar de no tener suficiente edad, no recuerdo un inicio de sexenio en tal vorágine. No hay pretextos, hay soluciones. Nuestra autoridad es muy joven y está demostrando -lo digo a título personal, conocedor de algunos de sus atributos profesionales y humanos-, que está haciendo más de lo que pudieran haber hecho otros en su lugar. Oaxaca tiene un líder responsable y cercano; y tiene u amigo que vino, fuera de protocolo a ayudar a su amigo y a su pueblo. Hubo grito. Y ese grito, sin celebración, muestra al mundo, que sí hay una demarcación que merece la distinción de Fénix, ese es Oaxaca. Que el grito no se ahogue. ¡Queda mucho por hacer!


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