¿QUÉ LE ESPERA AL PRESIDENTE?


LA X EN LA FRENTE .

Moisés MOLINA .
 Estas líneas se escriben la víspera del ritual sexenal. Enrique Peña Nieto, primer presidente en la historia del PRI que no es electo por “dedazo”, no toma aún protesta pero los mexicanos gritan, desde hace semanas, para sus adentros: “muera el presidente, viva el presidente”. Decir que cada toma de posesión es diferente, pareciera una obviedad, pero la carga simbólica de ese momento único en la vida nacional, hace necesaria la precisión.
Enrique Peña Nieto inicia su mandato sin presiones. Doy mis argumentos.

Los mexicanos hoy nos encontramos sumidos en la desesperanza. Casi nadie espera mucho del Presidente. Los cientos de miles de activistas y simpatizantes, que lo fueron durante la campaña, lo reciben gozosamente, es una fiesta, un triunfo de ellos como de nadie. Algunos ven recompensada una larga y paciente espera de 12 años y otros más ven retribuido solo su esfuerzo de unos meses. En las gradas de enfrente, los cientos de miles que se volcaron promoviendo el voto o entregando sus simpatías a las restantes opciones, incluidos quienes le combatieron por sistema, independientemente de sus simpatías hacia algún otro candidato, están ya, en su mayoría resignados. Pareciera que la presidencia, por esta ocasión se agotó con el triunfo y la derrota. Poco importa lo que pase después. Es un sexenio que empieza con expectativas desdibujadas.

En México desaparecieron los parámetros. El bono de esperanza que mayoritariamente los mexicanos entregaron en el histórico año 2000 fue dilapidado de una manera indolente y el calderonato terminó de dispendiarlo haciendo del país, un rastro. En este proceso, escasos fueron los que acudían a las casillas con esperanza en el bolsillo, la inmensa mayoría habían canjeado ya, en dos consultas, lo que les quedaba. No quedaba mucho, ni siquiera para AMLO, con todo y su promesa de “república amorosa”. El voto no fue de esperanza, más bien de militancia, conveniencias, castigo y en no pocos casos, resultante de una extraña seducción.

De lo poco claro que hay en los deseos de nuestra gente, sobresale el alto a la violencia. Lo demás, ahora sí, parece ser lo de menos. Por ello, Peña Nieto inicia con ventaja, en un país donde al cabo de dos sexenios, el absoluto es el desencanto.

De acuerdo a la encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica, la mitad de los mexicanos cree que Peña Nieto ganó con trampas, pero no pasa nada. A fin de cuentas, creen que ganó, de nueva cuenta “haiga” sido como “haiga” sido y la oposición recalcitrante condensada en el #yosoy132, se diluyó sospechosamente. Algunos, incluso, se refugiaron en el odiado enemigo. Los opositores por sistema, obradoristas a ultranza, siempre estarán y cumplirán su función durante el peñato. Parece ser que estarán más presentes en los medios de comunicación que en el sistema político mismo.



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