El paralelismo Salinas-Peña Nieto


Fuente Sin Censura .
Por: Víctor R. Hernández .

No cabe duda que los tiempos se repiten. El regreso del Partido Revolucionario Institucional a Los Pinos y la velocidad con que comienza a actuar el presidente Enrique Peña Nieto, nos recuerdan los viejos tiempos del salinismo. Hay suficientes elementos para recordar el sexenio 1988-1994:
1.- Carlos Salinas de Gortari y el PRI, por primera vez enfrentan una contienda teniendo como principal competidor a un verdadero dirigente de la izquierda mexicana: Cuauhtemoc Cárdenas Solórzano.
Luego de desprenderse del Revolucionario Institucional, de donde su padre fue uno de los fundadores, Cárdenas Solórzano atrae una importante cantidad de priistas a su movimiento que crece como la espuma y, de acuerdo con versiones de los viejos priistas, gana las elecciones de 1988 pero la caída del sistema inclina los resultados a favor de Carlos Salinas de Gortari, joven político formado en las filas de la tecnocracia bajo la sombra de Miguel de la Madrid Hurtado y Manuel Camacho Solís.
Cuauhtémoc Cárdenas y el Frente Democrático Nacional, no reconocen el triunfo de Salinas de Gortari.
1.1.-  24 años después pareciera repetirse la historia. Un joven priista, Enrique Peña Nieto llega a las elecciones del 2012 y se enfrenta a otro líder carismático y mesiánico de la izquierda mexicana: Andrés Manuel López Obrador.
Las elecciones se desarrollan dentro de un escenario de protestas, guerra sucia y muchos recursos económicos, por parte del PRI y su candidato, elementos que alertan a las izquierdas y derechas.
Las elecciones del 2 de julio de 2012 son ganadas por el PRI y Enrique Peña Nieto pero el triunfo no es reconocido por el frente de izquierda hoy conocido como Movimiento de Regeneración Nacional, Morena. Andrés Manuel López Obrador anuncia, como en su momento lo hizo Manuel J. Clouthier, la resistencia activa y pacífica.
2.- Carlos Salinas de Gortari, inicia un sexenio cuestionado por la izquierda y se ve obligado a dar golpes mediáticos espectaculares, seguidos de históricas reformas estructurales.
– La reforma agraria apoyada desde la CNC por el entonces líder nacional, Maximiliano Silerio Esparza.
– La reforma al artículo 33 constitucional que reconoce la existencia jurídica de los sacerdotes y los dota de derecho a votar. Su principal interlocutor fue el entonces embajador Girolamo Prigione.
– Impulsa las reformas económicas para poder fortalecer su propuesta del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
– Golpea con dureza y decisión el anquilosado sindicalismo mexicano, expresado por Carlos Jonguitud Barrios, entonces dirigente del SNTE y a Joaquín Hernández Galicia, La Quina, líder petrolero.
2.1 Eso fue hace 24 años. Ahora, Enrique Peña Nieto inicia su sexenio también cuestionado por la izquierda y es obligado a realizar, también, una serie de reformas estructurales para colocar a su partido en tan sólo cinco años, en la dirección correcta para retener el poder otros seis años.
– Desde el pasado sábado Peña Nieto anuncia la necesidad de dejar mitos y entrar a un profundo debate para la reforma energética, hacendaria y educativa.
– La llegada de Emilio Chuayffet a la Secretaría de Educación y el anuncio de la inminente reforma educativa y la reglamentación federal de las plazas, es un claro mensaje a Elba Esther Gordillo de, o se alinea o correrá la misma suerte de su antecesor Jonguitud Barrios a quien suplió hace 24 años.
– Al igual que Salinas, Peña Nieto entró en negociaciones con la Iglesia Católica a quien le prometió y le hizo realidad la reforma al 24 y 40 Constitucional, en abril pasado.
3.- Carlos Salinas enfrenta con un levantamiento armado en enero de 2004 un levantamiento armado, seguido de un baño de sangre protagonizados por Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu. El temor se había apoderado de la población porque vivía algo que jamás había imaginado: Una violencia que sentía cada vez más cerca.
3.1.- Hoy, Enrique Peña Nieto, toma protesta como presidente en medio de una sangrienta guerra; un verdadero movimiento armado que no se libra en la sierra lacandona, sino en grandes y modernas ciudades como en barrios paupérrimos.
Hoy, el pueblo no siente cerca la violencia, ya la padece en carne propia. Son más de 95 mil muertos y seguimos contando en este nuevo régimen.
Ojalá y que este paralelismo tenga un final feliz. No puede ser de otra forma. Con Salinas, la sociedad aún tenía paciencia. Hoy, después de seis años de sufrimiento, de violación a los derechos humanos y a las garantías individuales, los mexicanos sólo esperamos un final feliz. No queremos pensar otro final.

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