Margarita Dalton recopila testimonios de alcaldesas en Oaxaca
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Anayeli García Martínez/CIMAC
Oaxaca, México.- Aunque existen dos vías para acceder a cargos de elección popular –el sistema de partidos y los usos y costumbres–, en ambas se niega el derecho de las mujeres a participar en puestos de liderazgo y decisión, tal y como sucede en el estado Oaxaca, donde este fenómeno es evidente.
A través de 21 entrevistas a presidentas municipales de ese estado, tanto de partidos políticos como aquéllas electas por su comunidad, la historiadora Margarita Dalton comprobó que aún es difícil que los hombres y las instituciones acepten que las mujeres participen en la vida pública.
La académica del Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS) compiló testimonios sobre los obstáculos para que las mujeres ejerzan el poder. Su investigación da una mirada sobre lo que sucede en el Istmo de Tehuantepec y en localidades aledañas.
En el libro “Democracia e igualdad en conflicto: Las presidentas municipales en Oaxaca” la autora reúne testimonios recogidos desde 1999 que dan cuenta de la lucha para reconocer que pese a los roles de género, las mujeres son capaces de hacer política.
Dalton charló con Cimacnoticias a propósito de la presentación de su libro que será mañana a las 19:00 horas en el Palacio de Minería de esta ciudad. Los comentarios irán a cargo de la alcaldesa mixe Sofía Robles, la experta en género y política Clara Scherer, y la académica Gloria Ramírez.
Lo primero que hay que aclarar, explicó la doctora en Historia y Geografía por la Universidad de Barcelona, es que el sistema de usos y costumbres no es una acción gratuita del gobierno, fue una demanda de los pueblos indígenas que desde siempre han elegido a sus autoridades con base en los liderazgos comunitarios.
Como una forma de reconocer estas formas de organización y a la vez de terminar con la simulación de los partidos políticos en los pueblos indígenas que se otorgaban el triunfo, desde 1995 en Oaxaca se reconocen a los usos y costumbres como una forma de elegir a las autoridades.
Aunque se sabe de casos en los que este sistema se niega a incluir a las mujeres, Dalton señaló que no se puede juzgar como buenas o malas estas prácticas, toda vez que es un sistema complejo que en muchas ocasiones no respeta los derechos femeninos, pero en otros casos hace valer la trayectoria en la comunidad.
En los partidos también se niega el derecho de las mujeres a competir por un puesto de elección y según la investigadora, el común denominador en ambos sistemas es el patriarcado que prefiere negar oportunidades y priorizar los roles de género.
El libro editado por el CIESAS y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación reafirma una hipótesis planteada en otras investigaciones: a las mujeres que se atreven a ser presidentas municipales, los varones de sus comunidades las insultan, discriminan, humillan, minimizan y además se burlan de ellas.
En cinco capítulos, Margarita Dalton describe las condiciones sociales e históricas en que estas mujeres se convirtieron en las primeras en ejercer el poder en sus lugares de origen.
Pese a ser abogada, arquitecta o profesora, una indígena tiene que aguantar con la mirada las palabras que sus compañeros o los empleados de gobierno les dirijan, tales como “mis damitas o mis presidentas”, un lenguaje que en opinión de la investigadora lejos de ser halagador las minimiza.
De acuerdo con la autora, ese lenguaje es sólo una forma más de discriminación y de quitar poder, son desprecios sutiles que después se transforman en violencia emocional, acusaciones de adulterio, golpes o persecuciones.
Pese a que este escenario pareciera un ambiente opresor, entre 1998 y 2004, 22 mujeres ocuparon la alcaldía en 22 de 570 municipios de Oaxaca, es decir, menos de 4 por ciento de las presidencias municipales de la entidad, pero hoy las mujeres mantienen los deseos de participar.
Actualmente las políticas, las ciudadanas y las militantes siguen peleando, en Oaxaca y en el país, para no ser vistas como inferiores, por lo que la académica consideró que en este momento en México se está gestando una nueva corriente política cuya bandera es la democracia de género o paritaria.
Esta revolución por los derechos político-electorales de las mujeres –concluyó–, al igual que el movimiento sufragista que consiguió el voto femenino, comienza con pequeños grupos, organizaciones civiles, redes de mujeres que trabajan para formar una sociedad incluyente donde ellas formen parte de las decisiones.
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