Lula, Blair y Guardiola juntos en México

La X en la frente

Cada septiembre procuro tomarme un tiempo, por estos días, para atender la invitación de la fundación Telmex a “México Siglo XXI”, acontecimiento que hace posible la reunión de personalidades de la política, el deporte, la ciencia y las causas sociales de diferentes partes del mundo, para compartir experiencias con becarios y ex becarios de la fundación.

No sé hasta qué punto, Carlos Slim pueda alcanzar un fallo histórico favorable. El hombre más rico del mundo originario y vecino de uno de los países con mayor desigualdad social del mundo, no puede presentarse precisamente como muestra de orgullo mexicano.

Muchos cuestionan no sólo sus empresas, enderezan también fuertes críticas contra sus fundaciones. Con o sin ellas Slim seguiría siendo, sin embargo, el hombre más rico del planeta. Gracias a la fundación he podido escuchar de cerca de Hillary Clinton, Collin Powell, Alvin Toffler, Mijail Gorvachov, Madeleine Albright, “Magic” Jonson, entre muchos otros a lo largo de varias ediciones.

El viernes pasado, 10 mil jóvenes de todo el país, aunque preponderantemente del Distrito Federal, pudimos compartir espacio con hombres que han dejado huella en su entorno y ahora dejan parte de ellos en nosotros.

Desde Uruguay vino Nando Parrado a compartir la principal lección de sobrevivencia de un mes y medio en los Andes después de su accidente aéreo que fue y sigue siendo el amor por vivir.

El ex presidente Lula quien en su primer viaje internacional después de once meses de lucha contra el cáncer, visita México y expone ante la juventud con la vitalidad y la pasión de uno de nosotros esos logros que hacen objetivo aquello que algún ex presidente portugués dijo de que con Lula comenzaba la desaparición de la hipocresía de la política.

Tony Blair, ex Primer Ministro británico transformador desde la social democracia del orden político y social ingles.

Y el entrenador Joseph Guardiola, ganador de los máximos logros con el equipo de futbol Barcelona considerado por muchos, el mejor equipo del mundo.

Lo que vinieron a decir, poco importa para efectos de este texto. Cada quien de entre los 10 mil tomo y se quedo con cosas diferentes en función de sus intereses y aficiones. Fue un día pleno de experiencia y reflexión. Alguno salieron con aprendizaje, algunos otros con motivación, la gran mayoría con ambas.

La oportunidad de escuchar de viva voz a personajes de esta talla no es algo que se presente todos los días.

De ahí la urgencia que me trae a esta computadora, perdida en el primer cuadro de esta ciudad de rostro precolombino, virreynal y a la vez moderno. Computadora de hotel contigua al televisor encendido de la sala de espera, computadora que exige monedas cada veinte minutos y que me ha forzado a salir para conseguir más cambio. Teclado infernal que me niega los dos puntos y el punto y coma, programado para el inglés y desprovisto, por ello, de acentos que tendré que subsanar en el texto con el corrector manual del procesador y que ha escondido, no sé donde, los dos puntos y el punto y coma.

Tiempo, dinero y esfuerzo es lo que ha costado este texto, pero es mi primera prueba de perseverancia después de haber escuchado a seres humanos extraordinarios que nunca se dieron por vencidos.